El Ginkgo biloba, un árbol considerado un "fósil viviente" por su antigüedad de más de 200 millones de años, es venerado en la medicina tradicional, especialmente en la china, por sus múltiples propiedades terapéuticas. Entre sus beneficios más destacados se encuentra su potencial para mejorar la memoria y la función cognitiva. 

Este artículo profundiza en el mundo del Ginkgo biloba, desde su historia y composición química hasta la preparación detallada del té, las precauciones necesarias y la evidencia científica que respalda (o cuestiona) sus efectos.

El Ginkgo biloba es la única especie superviviente de un antiguo orden de plantas, el Ginkgoales. Su resistencia y longevidad son legendarias; algunos ejemplares han vivido más de 1,000 años. Originario de China, este árbol ha sido cultivado durante siglos en templos y jardines, considerado sagrado en algunas culturas orientales.

Su uso medicinal se remonta a miles de años en la medicina tradicional china, donde se utilizaban las semillas y las hojas para tratar diversas dolencias, incluyendo problemas respiratorios, circulatorios y, por supuesto, para mejorar la memoria y la concentración.

Los efectos del Ginkgo biloba se atribuyen a una compleja combinación de compuestos bioactivos presentes principalmente en sus hojas. Los más importantes son:

Estos compuestos son antioxidantes potentes. Dentro de este grupo, en el Ginkgo biloba encontramos principalmente glucósidos de flavonas, como la quercetina, el kaempferol y la isorhamnetina. Los flavonoides ayudan a proteger las células del daño causado por los radicales libres, moléculas inestables que pueden contribuir al envejecimiento y a diversas enfermedades.

Estos compuestos son exclusivos del Ginkgo biloba. Los más estudiados son los ginkgólidos (A, B, C, J y M) y los bilobálidos. Se cree que estos terpenoides son los principales responsables de los efectos del Ginkgo biloba sobre la circulación sanguínea y la función cerebral. Tienen propiedades:

Vasodilatadoras: dilatan los vasos sanguíneos, mejorando el flujo de sangre.

Neuroprotectoras: podrían proteger las células nerviosas del daño y la muerte celular.

Antiinflamatorias: reducen la inflamación en el cerebro y otros tejidos.

Inhibidoras del Factor Activador de Plaquetas (PAF): el PAF es una sustancia que interviene en la coagulación sanguínea y la inflamación. Al inhibirlo, los ginkgólidos podrían reducir el riesgo de formación de coágulos y disminuir la inflamación.

Otros compuestos: el Ginkgo biloba también contiene otros compuestos menores, como ácidos orgánicos, proantocianidinas y polisacáridos, que podrían contribuir a sus efectos generales.

Aunque los mecanismos exactos aún se están investigando, se cree que el Ginkgo biloba actúa en el cerebro a través de varias vías:

Los ginkgólidos y los flavonoides, al dilatar los vasos sanguíneos y reducir la viscosidad de la sangre, aumentan el flujo sanguíneo al cerebro. Esto se traduce en un mayor aporte de oxígeno y nutrientes esenciales para las neuronas, optimizando su funcionamiento.

Los flavonoides neutralizan los radicales libres, protegiendo las membranas celulares, el ADN y las proteínas de las neuronas del daño oxidativo. El estrés oxidativo es un factor importante en el envejecimiento cerebral y en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Los ginkgólidos y los bilobálidos podrían proteger a las neuronas de la muerte celular (apoptosis) inducida por diversas toxinas y factores de estrés. También podrían estimular la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas en ciertas áreas del cerebro.

Algunos estudios sugieren que el Ginkgo biloba podría influir en la liberación y la recaptación de neurotransmisores clave para la memoria y el aprendizaje, como la acetilcolina, la dopamina y la serotonina.

La inflamación crónica en el cerebro es un factor que contribuye al deterioro cognitivo. Los compuestos antiinflamatorios del Ginkgo biloba podrían ayudar a reducir esta inflamación.

Hojas secas de Ginkgo biloba (1-2 cucharaditas o una bolsita):

Calidad: asegúrate de que las hojas provengan de una fuente confiable y sean de buena calidad. Busca productos orgánicos o de herbolarios reconocidos. Evita las hojas que tengan un aspecto descolorido o con manchas.

Formato: puedes usar hojas sueltas o bolsitas de té pre-envasadas. Las bolsitas son más convenientes, pero las hojas sueltas a menudo permiten una mejor extracción de los compuestos.

Agua (1 taza / 250 ml):

Temperatura: el agua debe estar hirviendo (aproximadamente 100°C o 212°F). Esto es crucial para extraer los compuestos activos de las hojas.

Calidad: utiliza agua filtrada o purificada para evitar sabores indeseados y asegurar una infusión más limpia.

Opcionales

Miel: una cucharadita de miel puede endulzar el té y añadir propiedades antioxidantes adicionales.

Limón: unas gotas de jugo de limón pueden realzar el sabor y aportar vitamina C.

Jengibre: un pequeño trozo de jengibre fresco rallado puede añadir un toque picante y propiedades antiinflamatorias.

Menta: unas hojas de menta pueden hacer el té más refrescante.

Preparación

Para una opción más suave y menos amarga, puedes preparar el té de Ginkgo biloba en frío:

Preparación: coloca las hojas secas o la bolsita en un recipiente con agua fría (temperatura ambiente o refrigerada).

Infusión en frío: cubre el recipiente y déjalo reposar en el refrigerador durante al menos 8 horas, o idealmente toda la noche.

Colado y servido: cuela el té (si es necesario) y sírvelo frío. Puedes añadir hielo y endulzantes al gusto.

Dosis inicial: comienza con una taza de té al día (aproximadamente 250 ml) para evaluar tu tolerancia.

Dosis de mantenimiento: si no experimentas efectos secundarios, puedes aumentar gradualmente la dosis a 2-3 tazas al día, espaciadas a lo largo del día. No se recomienda exceder esta cantidad.

Consistencia: para obtener los posibles beneficios, se sugiere consumir el té de Ginkgo biloba de forma regular y constante durante al menos 4-6 semanas. Algunos estudios sugieren que los efectos pueden tardar varios meses en manifestarse por completo.

Ciclos: algunos expertos recomiendan hacer ciclos de consumo, por ejemplo, tomar el té durante 3 meses y descansar 1 mes para evitar la habituación y posibles efectos secundarios a largo plazo. Sin embargo, no hay un consenso claro sobre esto y es mejor consultar a un profesional de la salud.

El Ginkgo biloba, aunque natural, no está exento de riesgos y contraindicaciones. Es fundamental tener en cuenta lo siguiente:

Warfarina, heparina, aspirina, clopidogrel, ibuprofeno, naproxeno, etc. El Ginkgo biloba puede potenciar el efecto de estos medicamentos, aumentando el riesgo de sangrado.

Algunos antidepresivos, especialmente los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), pueden interactuar con el Ginkgo biloba, aumentando el riesgo de síndrome serotoninérgico (una condición potencialmente grave).

El Ginkgo biloba podría afectar los niveles de azúcar en sangre, por lo que es necesario un control cuidadoso si se toman medicamentos para la diabetes.

El Ginkgo biloba podría tener un efecto hipotensor (disminuir la presión arterial), por lo que podría interactuar con medicamentos antihipertensivos.

El Ginkgo biloba podría disminuir la efectividad de algunos anticonvulsivos y aumentar el riesgo de convulsiones.

Existe la posibilidad de interacción con muchos otros medicamentos, incluyendo algunos para el colesterol, la ansiedad, el insomnio y las enfermedades autoinmunes. Siempre consulta a tu médico antes de consumir Ginkgo biloba si estás tomando cualquier medicamento, incluso los de venta libre.

Personas con hemofilia, enfermedad de von Willebrand u otros trastornos de la coagulación no deben consumir Ginkgo biloba.

Suspender el consumo al menos 2 semanas antes de cualquier procedimiento quirúrgico o dental.

No se recomienda el consumo debido a la falta de evidencia sobre su seguridad.

Personas con epilepsia o antecedentes de convulsiones deben evitar el Ginkgo biloba.

No se recomienda el uso en niños sin supervisión médica.

Si se sabe de una alergia a las plantas de la familia Ginkgoaceae.

La investigación sobre el Ginkgo biloba y sus efectos sobre la memoria es extensa, pero los resultados son mixtos y a menudo contradictorios.

Algunos estudios han encontrado que el Ginkgo biloba puede mejorar modestamente la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento cognitivo en personas sanas y en personas con deterioro cognitivo leve o demencia. Estos estudios suelen utilizar extractos estandarizados de Ginkgo biloba (como el EGb 761) y dosis de 120-240 mg al día.

Otros estudios no han encontrado diferencias significativas entre el Ginkgo biloba y un placebo en la mejora de la función cognitiva.

Por su lado, las revisiones sistemáticas, que analizan múltiples estudios, han llegado a conclusiones variables. Algunas sugieren un beneficio potencial mientras que otras concluyen que la evidencia es insuficiente o inconsistente.

El Ginkgo biloba no es una píldora mágica para la memoria, pero sí ofrece un conjunto de compuestos bioactivos que potencialmente pueden apoyar la salud cerebral, especialmente a través de la mejora de la circulación y la protección antioxidante. La clave está en la expectativa realista, la consistencia en su consumo (siguiendo las pautas de dosis y duración) y, sobre todo, la seguridad. Recuerda las precauciones, contraindicaciones e interacciones medicamentosas; la consulta médica previa es fundamental.

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